Nacemos desnudos de piel y tierra,
sedientos buscamos el mar y el cielo
y ciegos resbalamos en la niebla,
cayendo descalzos de luz y tiempo.
Nos cubre la tierra de sol y cobre,
el cielo nos deja besos de mar,
nos calza el tiempo su piel de hombre
y la niebla enciende su claridad.
Erguidos andamos nuestro camino,
el río nos embarga en la corriente
y siente el corazón su destino
herido, paso a paso hasta la muerte.
Retiembla el cuerpo en su lecho de piedra,
el alma vuela entre el cielo y el mar,
limpia el viento sus zapatos de arena
y el tiempo nos calza su eternidad.
M. Jesús Muñoz